Goro Miyazaki aprendió del fracaso de su debut, en su segundo largometraje, La Colina de las Amapolas es una contradicción casi total, así como una historia de amor excelentemente construida.
En principio, tenemos que la acción no tiene lugar en una tierra mágica, sino en las afueras de Tokio en 1963; y en lugar de afirmaciones filosóficas, el espectador recibe un análisis social perspicaz y, finalmente, no hay una trama intrincada aquí, solo una historia de amor simple, pero elegante.
Así, estamos hablando de que La Colina de las Amapolas es una historia menos fantasiosa que las creaciones anteriores de Miyazaki.
El director logra equilibrar eficientemente una trama interesante, que toma un significado diferente si tenemos en cuenta el contexto social y, todo ello, mediante su propia voz. Esto también se aplica al lado visual; así como a la banda sonora, con temas que, estoy seguro, conmoverán a más de uno (y es que combinan perfectamente con las escenas más emotivas de la trama).
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La Colina de las Amapolas, ¿Merece la pena?
El hecho de que la acción de la película se desarrolle en un lugar y un momento específicos, así como entre dos jóvenes, tiene un impacto significativo en el sonido de la banda sonora y, en general, de la forma en que nos identificamos con los personajes principales, en especial con Umi.
Además, cabe señalar, el compositor Satoshi Takebe hace uso de melodías que podemos encuadrar dentro del jazz y del rock’n’roll, por lo que el soundtrack sobresale por sus carácter instrumental.
En cuanto a la trama, como hemos dicho, es simple, al menos a primera vista (si bien esto no tiene una connotación negativa); pero sumamente conmovedora:
Todo comienza en el año 1963. Umi Matsuzaki vive en la ciudad de Yokohama, junto con su abuela y dos hermanos. Pero, para lograr mantener su antigua casa (y a su familia), que se encuentra en lo alto del cerro, decide acoger a varias mujeres en la antigua casa familiar (las cuales le pagan alquiler).
Es en estas circunstancias que conocemos a la heroína, una chica que perdió a su padre (durante la guerra; después de todo, es Miyazaki, por lo que debe haber un mensaje antibelicista) y cuida de sus hermanos menores.
Como podremos darnos cuenta, es un personaje que en realidad no requiere mucho de la vida. Sin embargo, su vida comienza a complicarse cuando los miembros del club escolar comienzan una protesta contra el cierre del antiguo edificio donde se reunían, y es aquí que Umi conoce a un joven apuesto.
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Bueno, ¿qué aprendió Gorou Miyazaki después de su primer estreno? En primer lugar, tenemos un grupo de héroes extremadamente exitoso (incluso para el estudio Ghibli). Frente al trabajador y reservado Umi, nos encontramos con el otro personaje principal: Shun Kazama, un joven un tanto tosco, pero que demuestra tener un buen corazón.
De esta forma, Hayao y Gorou rinden homenaje al cine occidental de las décadas de 1950 y 1960, donde las damas son elegantes y femeninas, y los caballeros son amantes valientes; a la vez que no temen a las adversidades.
Una historia con grandes giros
En La Colina de las Amapolas, Goro Miyazaki no pretende sorprendernos con giros repentinos de la trama, sino mostrarnos los cambios psicológicos que se están produciendo en Umi.
Por ejemplo, se hace énfasis en la relación con su padre, que de hecho es la trama principal de la película; y la cual, puedo decir, se desarrolla de una manera increíblemente realista.
Mientras que Shun Kazama, como corresponde a un héroe de películas al estilo antiguo, es un personaje seguro de sí mismo, ayudando a que las decisiones de Umi sean mucho más simples y confiadas, pero su evolución también es agradable de ver.
Sin embargo, si bien la historia «en primer plano» es un tanto simple, también podemos encontrar una analogía entre la historia del edificio del club y los cambios que en la época de Miyazaki se estaban dando en la sociedad japonesa. Y, para cerrar con broche de oro, esta historia de amor se completa con uno de los mejores finales, acompañado de una excelente selección musical.
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En el caso de la ambientación audiovisual, el joven Miyazaki también demuestra un mejor manejo que en su primer largometraje; en especial, sobresalen los paisajes inmóviles, en donde el manejo de los colores es, simplemente, perfecto.
Si estás buscando una película de animación japonesa que cuente con trampas en su trama o giros de 180 grados, tal vez La Colina de las Amapolas no sea para ti.
No obstante, te invitamos a que le des una oportunidad, ya que si bien se trata de un largometraje animado con una trama que podemos calificar de “sencilla”, lo interesante es el desarrollo de los personajes y, por supuesto, la historia de amistad y amor que se va construyendo entre ambos, en donde podemos apreciar sentimientos como el cariño, la compasión y la empatía.