En Summer Wars, nos encontramos con un mundo en donde la tecnología se desarrolla a un ritmo alarmante. En este contexto, uno los éxitos mundiales más recientes ha sido el sitio de redes sociales Oz, donde se puede conocer a otras personas y pasar un buen rato.
Uno de los visitantes más frecuentes de este lugar es el genio matemático de 17 años, Kenji Koiso. Su vida tranquila se ve interrumpida cuando Natsuki le ofrece un trabajo de verano en la casa de su familia.
Kenji acepta sin pensarlo mucho y sin saber lo que realmente debería esperar. Sin embargo, la situación se complica cuando conoce a la gran familia Jinnouchi y se entera de que se supone que debe fingir ser el novio de Natsuki (principalmente frente a su abuelo de noventa años).
Además, todos los todos los familiares se dirigen a Nagano, con el motivo de celebrar el cumpleaños del jefe de familia. Sin embargo, algo es seguro: Kenji no olvidará estas vacaciones por el resto de su vida.
Sin embargo, el mundo virtual entra rápidamente en acción y comienza la «aventura». Kenji se topa con un acertijo en su teléfono celular, y lo resuelve. Aunque pronto resulta que dicho código era, en realidad, la principal seguridad de Oz.
Después, un ladrón misterioso que se hace pasar por Kenji rápidamente obtiene acceso a más datos y pronto todo el Japón computarizado queda paralizado.
Así, un chico de 17 años se convierte en el criminal más buscado (sí, efectivamente, Kenji); además de que termina revelándose la verdad: que Kenji no es el novio de Natsuki.
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Summer Wars, ¿Merece la pena?
La historia de Summer Wars comienza de una manera interesante y nos aporta todos los ingredientes de un cine original. Al principio, los hilos emocionales pasan a primer plano. Así, conocemos a una familia Natsuki muy grande, con sus lados claros y oscuros.
Posteriormente, un poco de drama en una imagen bastante idílica se introduce con la aparición de una oveja negra, el tío Natsuki, que aparece inesperadamente en la víspera de la gran celebración y parece acabar con el buen humor de todos los presentes.
Puede que la trama no sea particularmente original, pero destaca por su sencillez y los diversos problemas que tiene que atravesar el personaje principal.
El más importante de ellos surge cuando la lucha por el destino de Japón es introducida en el escenario. Así comienza un emocionante duelo, y lo que está en juego no es solo el futuro del mundo virtual, sino también el del real. De esta forma, nos podemos encontrar con dos hilos completamente diferentes en una película de dos horas.
En toda esta maraña de ideas, los héroes definitivamente se ven bien. El mismo Kenji puede que no sea particularmente cercano a los demás, ya que es el típico adolescente tímido que cambia bajo la influencia de los eventos, o de los demás personajes.
Por su parte, Natsuki se desarrolla en relación con su familia y su carácter en general; pero no a través del análisis de personalidad, sino de escenas simples y significativas. Si bien, realmente no llegamos a conocer muy bien a nadie.
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Todos los personajes se presentan a través del prisma de situaciones (no) cotidianas que observamos durante la película. La familia del personaje principal es muy creíble, presentada como un grupo de personalidades coloridas y en ocasiones completamente diferentes, que, si se les diera un poco más de tiempo, destacarían aún más.
La mayor ventaja aquí es definitivamente la variedad de personajes; ya que cada uno tiene sus propios hábitos, ventajas y desventajas, y presentados de una manera tan moderada, se ven extremadamente naturales.
La figura de la jefa de familia de Natsuki fue definitivamente la mayor sorpresa para mí, esta anciana de noventa años es un personaje increíblemente carismático y enérgico que puede ser estricto, pero cuando es necesario, fácilmente se gana la simpatía del espectador.
Por su parte, los gráficos merecen los mayores elogios. Todos los paisajes e interiores son hermosos, incluso me sorprendieron con una increíble riqueza de colores y detalles (la casa familiar de Natsuki se ve genial).
Curiosamente, el diseño original de Oz es realmente impresionante. Los gráficos tridimensionales, que no me agradan mucho, funcionan muy bien en este aspecto. La animación es realmente fluida y tanto los movimientos como las expresiones faciales de los personajes en el mundo real, así como los choques espectaculares en la realidad virtual son un verdadero placer.
En cuanto a la banda sonora, consta de piezas instrumentales más o menos exitosas, aunque también nos podemos encontrar con música electrónica.
Estas piezas son el trasfondo de eventos individuales; aunque, en ocasiones, podemos tener muchas dificultades para captar los distintos sonidos y voces de los personajes. La canción un poco melancólica que acompaña a los créditos finales es llamativa, pero no estoy seguro de que la recuerdes por mucho tiempo.
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Finalmente, debo decir que es difícil para mí recomendar Summer Wars a cualquiera, ya que los hilos individuales pueden atraer fanáticos de géneros extremadamente diferentes. Habrá algo para los amantes del cine dramático, los fanáticos de la comedia o los entusiastas de la ciencia ficción (al estilo Matrix), las computadoras y similares.
Sin embargo, todos estos elementos se combinan, en ocasiones de una manera bastante incómoda, y con el tiempo, la falta de lógica puede desanimar a algunos espectadores.
Si bien, a pesar de mis sentimientos encontrados, no puedo decir que considere una pérdida el tiempo dedicado a esta película, porque además de todas las deficiencias más o menos visibles, la producción tiene un encanto específico y, sin duda, llama la atención.